lunes, 23 de noviembre de 2009

Confidencialidad de las fuentes




El secreto de las fuentes periodísticas tiene fundamento constitucional en la libertad de información. Se trata de un derecho o facultad cuyo único titular es el periodista. Sin embargo, no hay contraprestación del periodista hacia el confidente.

Si el periodista revela quién es su fuente de información no constituye delito de revelación de secretos, en todo caso, el periodista incurrirá en una falta ética.

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) ha señalado que el periodismo estadounidense actualmente vive en la peor atmósfera de las últimas tres décadas, como consecuencia de más de 30 decisiones judiciales que obligan a los periodistas a revelar sus fuentes a riesgo de ir a la cárcel.

El caso más sonado actualmente forma parte de un escándalo político que salpicó a la administración Bush hace tres años. Durante el 2002, la CIA envió a África al ex diplomático Joseph Wilson para que investigara una supuesta compra de uranio que Saddam Hussein trató de hacer en Nigeria.

La investigación de Wilson concluyó que solamente era un falso rumor. Sin embargo, el presidente Bush lo incluyó en un discurso sobre la situación del país como un hecho mientras preparaba la invasión de Iraq.





Cuando la administración Bush dijo que esto había sido un error, Joseph Wilson escribió un artículo señalando que el Gobierno había mentido. Poco después de esa publicación un periodista cercano a la Casa Blanca, Bob Novak, publicó que Valerie Plane, esposa de Wilson, era una agente encubierta de la CIA.

Muchos piensan que lo más probable es que esa publicación fue filtrada por un miembro del Gobierno en venganza por el artículo de Wilson.

Esa misma información fue obtenida por los periodistas Matthew Cooper, de la revista Time, y Judith Miller, de The New York Times.

Debido que en Estados Unidos es un delito federal hacer público el nombre de un agente encubierto de la CIA, aunque ambos periodistas nunca escribieron un artículo al respecto, están siendo procesados por este caso para que revelen su fuente de información.

El primero renunció al privilegio del secreto, indicando que testificará. Sin embargo, Judith Miller ha decidido guardar silencio, por lo que podría ir a la cárcel.

El ejercicio de un periodismo acucioso y profesional frente al ejercicio de las funciones públicas suscita tensiones que no podrán superarse si prevalecen viejos puntos de vista y disposiciones jurídicas anacrónicas.

Resulta paradójico que ahora los sujetos de la noticia sean los propios periodistas. Sin embargo, eso seguirá ocurriendo mientras las relaciones entre el poder y la Prensa no se encaucen bajo nuevas bases jurídicas y políticas de comunicación.

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